2 REYES 6
15. Y se levantó de mañana y salió el que
servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con
gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué
haremos?
16. Él le dijo: No tengas miedo, porque más
son los que están con nosotros que los que están con ellos.
17. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová,
que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y
miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de
fuego alrededor de Eliseo.
1 JUAN 4
4.
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo.
Es bastante común que los creyentes pongamos la mirada en
nuestros enemigos y en nuestras propias debilidades, antes que en nuestro Dios el
cual es nuestra fortaleza. Recordemos
solamente que Moisés, al tratar de iniciar la conquista de Canaán, había
enviado doce espías a la tierra prometida y que los diez volvieron desanimados
y hablando de los grandes que eran sus moradores y que se sentían como
langostas delante de aquellos, solamente Caleb y Josué hablaron bien del gran
Dios que tenían y de la victoria que se avecinaba.
Nuestra conducta y reacciones suelen estar motivadas por el
temor al adversario y aunque esto es lo normal
en el plano natural, en la vida espiritual es diferente; Dios nos motiva
siempre aponer la mirada en Él antes que en el problema, en Él antes que en
nuestros adversarios, en Él antes que en nuestras limitaciones.
Eliseo estaba tranquilo en aquella mañana en que sus
enemigos lo rodeaban mientras que su criado estaba desesperado; la diferencia
entre ambos era a quien estaban mirando; ambos estaban en el mismo lugar, en el
mismo aprieta y bajo las mismas circunstancias adversas, pero mientras el criado
miraba a los grandes ejércitos enemigos, Eliseo tenía su mirada en el ejército
de Dios que lo rodeaba.
Pero, esto ni siquiera era culpa del criado o de su falta
de fe, el problema era su visión; él simplemente no veía lo que Dios había
hecho porque sus ojos estaban cegados.
El criado no podía ver los carros de fuego que rodeaban a sus enemigos,
porque sus ojos estaban cerrados a esa realidad y solamente después de la
oración del profeta se le abrieron sus ojos y pudo ver. La tranquilidad y la paz volvieron a él
después de ver lo que el profeta veía, después de recibir la visión de Dios.
En nuestras luchas espirituales las cosas se resuelven por
la misericordia de Dios, pero cuando tenemos la visión de Él, entonces no
sufrimos tanto ni nos angustiamos, estamos confiados y demostramos al mundo que
nuestro Dios es grande. Nada le iba a pasar
al criado de Eliseo, su angustia y preocupación estaban por demás, él iba a ser
salvado vea o no vea todo el ejército que Dios había enviado en su ayuda, pero
cuando tuvo la visión, cuando al fin vio lo que veía el profeta, tuvo
tranquilidad y paz y eso glorifica a Dios, tal como dice la palabra en 2 Crónicas 20:17: No habrá
para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la
salvación de Jehová con vosotros.
Amados hermanos, nosotros venceremos a la final, usted y yo
saldremos adelante pero sería mucho mejor que lo hagamos en paz y tranquilidad,
pero si no es así, si no tenemos esa paz de Dios gobernando en nuestros
corazones, creo que es un tiempo oportuno para decirle al Señor: por favor abre
mis ojos para poder ver y entonces entenderemos que mayor es el que está en
nosotros que el que está en el mundo.
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