1 REYES 17
13. Elías le dijo:
No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una
pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y
para tu hijo.
MATEO 6
33. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
Esta es la norma del servicio a Dios: primero para él y
luego para mí. Todo lo que no tiene
este orden, no es “servicio a Dios”.
Dios no espera nuestras migajas ni las sobras de nuestro tiempo. En el madero Jesús dio todo por nosotros, por
lo cual espera que nosotros también demos todo por Él.
LA VIUDA DE LOS TIEMPOS DE ELÍAS
Ella tenía una legítima necesidad, ya que toda la tierra
padecía hambre por la gran sequía que enfrentaba y ese era el último bocado que
ella tenía. No obstante Elías (que en
este caso representa a Dios) le dijo: hazme a mí primero con ello una torta
cocida… y luego harás para ti. Si la
viuda hubiera desobedecido y hubiera comido ella primero, habría muerto de
hambre al igual que miles en Israel.
Ningún milagro se hubiera manifestado si ella hubiera dicho como
nosotros solemos decir: está bien Señor, te voy a servir, pero primero debo
ocuparme de mí y de mi familia, luego te serviré.
El plan de Dios era bendecir a aquella viuda, pero antes
ella debía servir a Dios. Igual es con
usted y conmigo; el plan de Dios es bendecirnos, pero debemos empezar
sirviéndole.
He escuchado que este es uno de los pasajes favoritos de
aquellos abusivos predicadores llamados “de la prosperidad”; en este pasaje se
basan para decirle: deme dinero y luego Dios se lo dará a usted. Pero este pasaje no significa que debe
engordar a algún clérigo “vivísmo” que pretende usar la Palabra de Dios para su
propio beneficio. Este pasaje nos habla
del servicio a Dios y cuál debe ser nuestra prioridad cuando lo hacemos. Este verso nos habla de la multiplicación y
la abundancia como consecuencia del servicio y la abnegación. Este verso nos habla de la fe de quienes están dispuestos a darle
a Dios lo único que tienen para recibir todo lo que Dios tiene para ellos.
BUSCA PRIMERO EL REINO DE DIOS
Al leer este pasaje de las escrituras, lo que primero llama
la atención es la palabra “busca”.
“Busca primeramente el reino de Dios…”
Entonces el Reino de Dios no está en cualquier lugar y a la orden de
todos, ¡no! El Reino de Dios está
escondido y hay que buscarlo. Esto
requiere dedicación, abnegación y persistencia.
La segunda cosa que debemos atender es la palabra
“primeramente”. “Busca primeramente el
Reino de Dios…” Entonces el Reino de
Dios debe ser buscado con prioridad; no podemos dejarlo para después ni
relegarlo a segundo lugar. Esto requiere decisión; ¿Vamos a darle el
primer lugar o no? La decisión requiere
valentía pues solo ellos arrebatan el Reino.
Finalmente les invito a que prestemos atención a las
consecuencias de buscar el Reino primeramente: “Y todas estas cosas os serán
añadidas…” cuando Jesús dice “estas
cosas” se refiere al sustento y al abrigo.
Jesús dijo que eso será añadido luego de que hemos decidido servirle,
pero… A Él primero.
Es probable que muchos de ustedes me digan; Hermano, pero
yo le he servido desde hace diez años y no me ha añadido nada. Yo también he pensado así durante mucho
tiempo, pero quisiera decirles que en estos versos que hemos leído la Palabra
de Dios no está hablando de servirle sino de “servirle a él primero” y creo que
esa es nuestra gran falla.
Hemos relegado nuestro servicio a Dios (al igual que nuestra
devoción) a segundo plano. Creemos que
es justo y bueno que yo le sirva al Señor pero que primero me ocupe de mi vida,
de mi casa y de mis necesidades.
Normalmente nos basamos en las palabras del apóstol Pablo cuando dijo:
“Quien no provee para su casa es peor que un impío…” Y por esto concluimos que
al ocuparme de mí, me estoy ocupando de Dios y que es legítimo darle a Él la
sobra de mi tiempo. Esto es lo normal
en nuestro medio cristiano y lo que la mayoría, aún los pastores, lo practican
así.
Pero, ¿Qué lo haga la mayoría significa que yo también debo
hacerlo? Mientras nosotros buscamos versos para justificarnos la Palabra sigue
diciendo: “Sírveme a mí primero…” y “Busca primero el Reino de Dios…” Así que debemos tomar una decisión; ¿Seguiremos
como siempre relegando a la obra de Dios a segundo plano, o vamos a obedecerle
dándole la prioridad que requiere? De su
respuesta depende que tenga sustento en medio de la escasez. De su respuesta depende que se la añada su sustento frente a quienes
se dedican a buscar ese sustento y no buscan el Reino de Dios (la redundancia
es intencional).
¿Está diciendo que debo dejar de trabajar? ¡No! Lo que estoy diciendo es que debe dejar de
trabajar con el propósito de, simplemente traer el pan a su casa y debe hacerlo
para servir al Señor, siendo un ejemplo para los demás en honestidad,
puntualidad y servicio. Estoy diciendo
que debe servirle al Señor en su trabajo y que su propósito debe ser
glorificarle antes que ganar su dinero; entonces usted nunca se encontrará en
un pleito laboral, o con celos profesionales, o con la típica queja por el bajo
sueldo. ¡No! Sino que usted se va a
dedicarle a servirle a su Señor predicando con su ejemplo ante toda su empresa. Ante sus compañeros, ante sus subordinados y
ante sus autoridades, dándoles a todos una conferencia de quién es Jesús, con
sus hechos actitudes y reacciones.
Cuando haga esto verá sus promociones, verá el alza de su sueldo y será
defendido laboralmente por otros, en muchos casos, por quienes usted ni
siquiera se imagina.
SIRVIENDO A DIOS
El servicio al Señor está en todas las áreas de nuestra
vida; cuando lo hacemos para él. Servir
al Señor en nuestros días es predicar el evangelio, porque ese fue el gran
mandato de Jesús. Pero la predicación no
está en los discursos sino en nuestra manera de vivir. Si, debemos predicar con nuestras palabras y
con nuestros discursos, pero si no vivo a la altura de mi prédica o de mi
discurso, voy a arruinarlo todo. ¿Usted
cree que en un colegio los compañeros van a escuchar el evangelio de los labios
del estudiante más vago del curso?
¿Usted cree que en una empresa, los trabajadores van a escuchar el
evangelio de labios del más flojo, del que siempre llega tarde, del más
quejoso?
Y aun cuando se trata de hacer reclamos legítimos, las
autoridades van a prestar mucha más atención a los buenos trabajadores antes
que a los malos. Aun en casos de
injusticias laborales, es el que le está sirviendo a Dios quien más peso tiene
ante los órganos competentes.
Conozco trabajadores
y empresarios que, a pesar de sus ocupaciones y responsabilidades, han hallado
la forma de predicar a sus compañeros o a sus subordinados, sin dejar de
trabajar, sin faltar a sus obligaciones, dándose tiempo para hablarles del
Señor, pero sobre todo mostrándoles en su vida recta, quién es Jesús.
Conozco jóvenes que estudian en las universidades más
estrictas y difíciles del país y sin embrago tienen tiempo para compartir la
Palabra de Dios a sus compañeros y a profesores; lo hacen con sus palabras, con
sus discursos y con su manera de vivir.
Sírveme a mi primero, busca primero el Reino de Dios.
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