miércoles, 20 de mayo de 2015

ACOSANDO A DIOS



Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.
Génesis 32:26. 

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jeremías 33:3.

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,  diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.  Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?   Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
Lucas 18:1-8.

Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
Lucas 11:9-10. 

La lucha de Jacob con el ángel pidiendo una bendición nos grafica que la oración es una lucha, es una batalla que se la realiza clamando y que la determinación de no dejar tranquilo a Dios hasta que nos bendiga, es la actitud correcta.   Nosotros no oramos para tranquilizarnos o como una terapia para calmar nuestra ansiedad; nosotros oramos porque sabemos que Dios responde.

Él le dijo al profeta Jeremías que clame y que recibiría una respuesta; ahora bien,   la palabra clamar, que es la traducción de la palabra hebrea  cará (Strong: H7121), significa gritar e intimar pero con la idea de acosar.  ¿Nosotros podemos acosar a Dios? Dios dice que sí, que podemos hacerlo y que debemos hacerlo.

Recordemos cuando el Señor Jesús contó la parábola de la viuda y el juez injusto, Él dijo que ese hombre injusto atendió a la viuda, no porque temía a Dios o quería hacer justicia sino por la importunidad e insistencia de la viuda que lo acosaba todos los días pidiendo justicia, y Jesús dice que así como la viuda fue atendida, cuánto más serán atendidos los hijos de Dios que claman día y noche.   ¿Notaron la frecuencia de la oración? Era día y noche.   ¿Notaron la intensidad de su petición? Ella clamaba, no solo pedía; clamaba, gritaba, intimaba, en definitiva ella estaba acosando al juez y Jesús dice que debemos hacer lo mismo con Dios.

En el aspecto práctico, este clamor de día y de noche se puede ejemplificar como cuando una madre tiene un hijo enfermo y ella no puede olvidarse de eso sino que  está en continua agonía. No puede comer tranquila, no puede dormir tranquila, su hija está enferma y eso le angustia, le desespera, le aflige; ese es el estado mental y emocional en el que debe estar la persona que va a ser escuchada por Dios.   Jesús dijo que la viuda clamaba día y noche, si, día y de noche, por lo tanto esta no era  una oracioncilla matutina pidiendo por un pequeño capricho, sino un clamor continuo, perpetuo, emitido desde el interior de un corazón quebrantado y dirigido con fe hacia el Dios eterno.

Si alguien no ha vivido esta experiencia tal vez pregunte: ¿Puede ser así? ¿Es posible llegar a orar tan intensa e incesantemente? Y la respuesta es un contundente sí.  Por supuesto que sí. ¿Cómo creen ustedes que hemos visto tantas personas transformadas, tantos hogares restaurados, tantos jóvenes liberados de vicios y traumas?  Es orando así, con intensidad, con continuidad, con perseverancia, como si tuviéramos un hijo enfermo y grave en nuestra casa y como si nos hubieran dicho que va a morir.  ¿Usted olvidaría eso? ¿Usted se descuidaría?  Creo que no, ni usted ni yo lo haríamos sino que nos desvelaríamos por eso, sin olvidarnos, sin descuidarnos, clamando desde nuestro interior desde el amanecer hasta el anochecer al Dios eterno, quien ha dicho que nos responderá y Él no miente.

Refiriéndose al mismo tema, el evangelista Lucas registra que Jesús nos mandó a pedir, buscar y llamar, dando la idea de pedir lo que no tengo, buscar lo que aún no he encontrado y llamar a una puerta que se me ha cerrado; él dijo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá (Lucas 11:9).   Entonces si usted o yo tenemos carencias, si a nosotros se nos ha perdido algo o, si nosotros tenemos una puerta que se nos ha cerrado, es tiempo de pedir, de buscar y de llamar, porque recibiremos, porque encontraremos y porque se nos abrirá la puerta.

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