sábado, 10 de octubre de 2015

SÍRVEME A MI PRIMERO



1 REYES 17
13.  Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.

MATEO 6
33.  Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Esta es la norma del servicio a Dios: primero para él y luego para mí.   Todo lo que no tiene este orden, no es “servicio a Dios”.   Dios no espera nuestras migajas ni las sobras de nuestro tiempo.  En el madero Jesús dio todo por nosotros, por lo cual espera que nosotros también demos todo por Él.

LA VIUDA DE LOS TIEMPOS DE ELÍAS

Ella tenía una legítima necesidad, ya que toda la tierra padecía hambre por la gran sequía que enfrentaba y ese era el último bocado que ella tenía.   No obstante Elías (que en este caso representa a Dios) le dijo: hazme a mí primero con ello una torta cocida… y luego harás para ti.   Si la viuda hubiera desobedecido y hubiera comido ella primero, habría muerto de hambre al igual que miles en Israel.  Ningún milagro se hubiera manifestado si ella hubiera dicho como nosotros solemos decir: está bien Señor, te voy a servir, pero primero debo ocuparme de mí y de mi familia, luego te serviré.

El plan de Dios era bendecir a aquella viuda, pero antes ella debía servir a Dios.  Igual es con usted y conmigo; el plan de Dios es bendecirnos, pero debemos empezar sirviéndole.

He escuchado que este es uno de los pasajes favoritos de aquellos abusivos predicadores llamados “de la prosperidad”; en este pasaje se basan para decirle: deme dinero y luego Dios se lo dará a usted.   Pero este pasaje no significa que debe engordar a algún clérigo “vivísmo” que pretende usar la Palabra de Dios para su propio beneficio.  Este pasaje nos habla del servicio a Dios y cuál debe ser nuestra prioridad cuando lo hacemos.   Este verso nos habla de la multiplicación y la abundancia como consecuencia del servicio y la abnegación.  Este verso nos habla  de la fe de quienes están dispuestos a darle a Dios lo único que tienen para recibir todo lo que Dios tiene para ellos. 

BUSCA PRIMERO EL REINO DE DIOS

Al leer este pasaje de las escrituras, lo que primero llama la atención es la palabra “busca”.  “Busca primeramente el reino de Dios…”  Entonces el Reino de Dios no está en cualquier lugar y a la orden de todos, ¡no!  El Reino de Dios está escondido y hay que buscarlo.   Esto requiere dedicación, abnegación y persistencia. 

La segunda cosa que debemos atender es la palabra “primeramente”.  “Busca primeramente el Reino de Dios…”   Entonces el Reino de Dios debe ser buscado con prioridad; no podemos dejarlo para después ni relegarlo  a segundo lugar.  Esto requiere decisión; ¿Vamos a darle el primer lugar o no?  La decisión requiere valentía pues solo ellos arrebatan el Reino.

Finalmente les invito a que prestemos atención a las consecuencias de buscar el Reino primeramente: “Y todas estas cosas os serán añadidas…”  cuando Jesús dice “estas cosas” se refiere al sustento y al abrigo.   Jesús dijo que eso será añadido luego de que hemos decidido servirle, pero… A Él primero.

Es probable que muchos de ustedes me digan; Hermano, pero yo le he servido desde hace diez años y no me ha añadido nada.   Yo también he pensado así durante mucho tiempo, pero quisiera decirles que en estos versos que hemos leído la Palabra de Dios no está hablando de servirle sino de “servirle a él primero” y creo que esa es nuestra gran falla.

Hemos relegado nuestro servicio a Dios (al igual que nuestra devoción) a segundo plano.   Creemos que es justo y bueno que yo le sirva al Señor pero que primero me ocupe de mi vida, de mi casa y de mis necesidades.  Normalmente nos basamos en las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “Quien no provee para su casa es peor que un impío…” Y por esto concluimos que al ocuparme de mí, me estoy ocupando de Dios y que es legítimo darle a Él la sobra de mi tiempo.   Esto es lo normal en nuestro medio cristiano y lo que la mayoría, aún los pastores, lo practican así.

Pero, ¿Qué lo haga la mayoría significa que yo también debo hacerlo? Mientras nosotros buscamos versos para justificarnos la Palabra sigue diciendo: “Sírveme a mí primero…” y “Busca primero el Reino de Dios…”  Así que debemos tomar una decisión; ¿Seguiremos como siempre relegando a la obra de Dios a segundo plano, o vamos a obedecerle dándole la prioridad que requiere?  De su respuesta depende que tenga sustento en medio de la escasez.   De su respuesta depende  que se la añada su sustento frente a quienes se dedican a buscar ese sustento y no buscan el Reino de Dios (la redundancia es intencional).

¿Está diciendo que debo dejar de trabajar? ¡No!  Lo que estoy diciendo es que debe dejar de trabajar con el propósito de, simplemente traer el pan a su casa y debe hacerlo para servir al Señor, siendo un ejemplo para los demás en honestidad, puntualidad y servicio.  Estoy diciendo que debe servirle al Señor en su trabajo y que su propósito debe ser glorificarle antes que ganar su dinero; entonces usted nunca se encontrará en un pleito laboral, o con celos profesionales, o con la típica queja por el bajo sueldo.  ¡No! Sino que usted se va a dedicarle a servirle a su Señor predicando con su ejemplo ante toda su empresa.  Ante sus compañeros, ante sus subordinados y ante sus autoridades, dándoles a todos una conferencia de quién es Jesús, con sus hechos actitudes y reacciones.  Cuando haga esto verá sus promociones, verá el alza de su sueldo y será defendido laboralmente por otros, en muchos casos, por quienes usted ni siquiera se imagina.

SIRVIENDO A DIOS

El servicio al Señor está en todas las áreas de nuestra vida; cuando lo hacemos para él.  Servir al Señor en nuestros días es predicar el evangelio, porque ese fue el gran mandato de Jesús.  Pero la predicación no está en los discursos sino en nuestra manera de vivir.  Si, debemos predicar con nuestras palabras y con nuestros discursos, pero si no vivo a la altura de mi prédica o de mi discurso, voy a arruinarlo todo.  ¿Usted cree que en un colegio los compañeros van a escuchar el evangelio de los labios del estudiante más vago del curso?  ¿Usted cree que en una empresa, los trabajadores van a escuchar el evangelio de labios del más flojo, del que siempre llega tarde, del más quejoso?

Y aun cuando se trata de hacer reclamos legítimos, las autoridades van a prestar mucha más atención a los buenos trabajadores antes que a los malos.  Aun en casos de injusticias laborales, es el que le está sirviendo a Dios quien más peso tiene ante los órganos competentes.

Conozco  trabajadores y empresarios que, a pesar de sus ocupaciones y responsabilidades, han hallado la forma de predicar a sus compañeros o a sus subordinados, sin dejar de trabajar, sin faltar a sus obligaciones, dándose tiempo para hablarles del Señor, pero sobre todo mostrándoles en su vida recta, quién es Jesús.

Conozco jóvenes que estudian en las universidades más estrictas y difíciles del país y sin embrago tienen tiempo para compartir la Palabra de Dios a sus compañeros y a profesores; lo hacen con sus palabras, con sus discursos y con su manera de vivir.


Sírveme a mi primero, busca primero el Reino de Dios.

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