jueves, 30 de julio de 2015

CUANDO SALGAS A LA GUERRA


Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de Egipto.
Deuteronomio 20:1. 

Así como la historia de la humanidad está llena de guerras, desde el día en que se levantó Caín contra Abel, hasta la gran guerra de Armagedón que aún no ha ocurrido, la vida de los siervos de Dios también se desarrolla en medio de un conflicto; la guerra espiritual es una realidad de la que ningún creyente puede escapar, creámoslo o no, estamos inmersos en ella.


EL NACIMIENTO DE LA GUERRA

La guerra no nació en la tierra ni en el infierno, sino en el cielo. Y hay dos causas para la guerra; primero el libre albedrío que Dios les dio a sus criaturas y segundo el hecho de que en Dios hay solo absolutos.  

En cuanto al libre albedrío, después de crear a los ángeles, la libertad para que le sirvan o para que no le sirvan, para que se acerquen a él o para que le rechacen, y es en base a esa libertad, a ese albedrío, que algunos ángeles se rebelaron, decidieron no servirle, ni adorarle y organizaron la primera guerra en el universo.  Dios podía haberles obligado a adorarle pero hubiera sido necesario quitarles el albedrío y eso es inaceptable para Él.  Quienes sirven a Dios deben servirle porque quieren; quienes le adoran, deben adorarle porque quieren, no porque deben.

En cuanto a que en Dios hay solo absolutos, baste escuchar las palabras de Jesús cuando dijo: El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama (Lucas 11:23). 

Ni relatividades ni ambigüedades.  Con Dios no hay escalas de grises, es claro o es oscuro, está a favor o está en contra, usted es de Dios o no lo es.  Así de radical, así de tajante.


LA GUERRA SE TRASLADÓ A LA TIERRA

Pero la guerra no se quedó en el cielo sino que se trasladó a la tierra y hoy los hijos de luz  combatimos contra las tinieblas y los de las tinieblas siempre combatirán a los de la luz.  Mientras ellos quieren destruirnos nosotros queremos convertirlos; ellos nos maldicen y nosotros les bendecimos, ellos nos hacen daño y nosotros les hacemos bien. 

Estamos en guerra y debo decirle que nuestros enemigos, los espíritus de las tinieblas son guerreros y tratarán de arruinarle, de quitarle la paz de su hogar, de corromper a sus hijos, de dañar su matrimonio.  Aaah pero también debo decirles que Dios es el gran varón de Guerra, Yahweh Tsebaot, Jehová de los Ejércitos,  y él peleará por usted, Él le ayudará a recuperar lo que tenía, a asegurar lo que ahora tiene y a conquistar lo que aún no tiene.


ES TIEMPO DE SALIR A LA GUERRA

Pero veamos esta conjunción de tiempo con el que empieza nuestro verso de Deuteronomio 20:1. Cuando salgas a la guerra.  Cuando salgas.  Esta construcción gramatical me da la idea que hay personas que “aún” no están en la guerra, que aún no han salido a pelear, pues creen que aún no les ha llegado su tiempo.  A ellos, a muchos de ustedes yo quiero preguntarles hoy: ¿Cuándo saldrán a pelear? ¿Cuándo empezarán a combatir por sus bendiciones? Tal vez hoy o mañana, pues bien, cuando sea, cuando decidan despertar, cuando quieran salir del engaño entonces despertarán, pelearán y tendrán lo que Dios ha prometido entregarles.  Es peleando, no es durmiendo; es combatiendo, no es esperando pasivamente.


NUESTRAS GUERRAS

Desde cuando Abraham con 318 pastores derrotaron a 5 reyes paganos, hasta la gran guerra de Armagedón, toda la biblia está llena de guerras así como la vida del creyente.  La guerra de Moisés contra Faraón para liberar a su pueblo, la de Josué contra las tribus de Canaán por la tierra prometida, la de David contra Goliat por la libertad y también la guerra suya y la mía, por el bienestar y triunfo de nuestros hijos, de nuestros hogares y empresas, todas ellas son guerras que fueron libradas y que seguiremos librando con Dios a nuestro favor.


EL COSTO DE LA GUERRA

Si en el plano natural la industria más cara y millonaria del mundo es la guerra, en el plano espiritual pelear una guerra tiene un costo, pelear una guerra significa pagar un pecio.  Algunos todavía piensan que hay cosas gratis, creen que existen ofertas; aún los predicadores insistimos en que la salvación es gratuita; y estamos equivocados, nada es gratis, no existen las ofertas, todo cuesta un precio, todo lo obtenemos después de haber librado una batalla, y si bien es cierto la salvación es gratuita para nosotros, pero a Jesús le costó todo y es importante decir que, aunque ser salvo es gratis, el mantener esa salvación nos costará todo en nuestra vida. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame (Lucas 9:23); si, seguirle nos costará y caro.


NUESTROS GRANDES ENEMIGOS

Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos.  En el plano natural, si usted o yo peleamos contra un adversario menor, ya no es una pelea sino un abuso. Si usted o yo peleamos contra un enemigo igual, eso sería una pelea justa.  Pero luchar contra un enemigo más grande y fuerte que nosotros, sería sino una torpeza, al menos una temeridad.  No obstante, en el plano espiritual, los siervos de Dios siempre tendremos enemigos superiores a nosotros mismos y Dios quiere que salgamos a la guerra en el valle de Ela para enfrentar a adversarios que midan al menos, seis pies y un palmo. 

Así que cuando salgas a la guerra y vieres un pueblo más grande y fuerte que tú, no les temas.  Amén… entonces, David contra Goliat o Gedeón con sus 300 hombres en contra de miles de madianitas, y muchos más, todos ellos eran ejemplo de nuestras batallas, eran representaciones de nuestras guerras, con enemigos formidables, superiores, más fuertes y capaces, con más experiencia en la batalla, pero a pesar de eso, ellos vencimos y nosotros también lo haremos.

Sus enemigos son más grandes que usted, sí, es normal, no les tema hermano, no les tema hermana.  Nuestros adversarios son más numerosos que nosotros, normal, no les temamos hermanos.  Usted no tiene problemas sino grandes problemas.   Nosotros  no tenemos dificultades sino las dificultades. 


LA REALIDAD DE NUESTRA GUERRA

Ahora escúcheme señor, óigame señora, usted que está divorciándose, usted que está perdiendo una empresa por la competencia deshonesta, usted que está enfrentando un juicio injusto ¿Ya peleó la batalla por su hogar, su empresa o por el honor suyo y de su familia? ¿Ya clamó a Dios hasta quedarse sin voz, ya agotó sus lágrimas y ayunó hasta secarse pidiendo por la restauración de todo? ¿O le está entregando en bandeja de plata, su hogar, sus hijos, su fortuna y su honor al diablo?  Sí, darse la vuelta y abandonarlo todo es más fácil pero nosotros servimos a Yahweh Tsebaot y debemos pelear por lo que amamos.

No pretendo ofender a quienes se han divorciado, o han perdido sus fortunas o su honor. A ustedes les pasó aquello, pero ya pasó.  Ahora se han levantado y han reconstruido sus vidas, amén.

Pero yo estoy hablando a quienes aún no se han divorciado, a quienes aún no han perdido su empresas, a quienes aún no les han ensuciado el nombre con acusaciones injustas,  a ustedes quisiera llegarles a su corazón y rogarles… no lo hagan, no se vayan, no se resignen, peleen.  Tal vez está a punto de vencer, está a punto de ocurrir algo que le devolverá su hogar, su empresa o su honor. No se rinda y pelee.


INDENTIFICANDO AL ENEMIGO

Sabemos que el enemigo es enorme, las heridas son profundas y que la lucha ha durado años.  Pero debo decirle que tal vez usted no ha peleado como debe pelear todos estos años.  Usted puede creer que lo ha hecho, pero  tal vez solo ha estado reprimiéndose y soportando.  Soportar no es lo mismo que pelear.   

Por qué no deja de reprimirse y sale a la ofensiva. Aquí está su campo de batalla, el lugar donde ocurrió todo, aquí están sus armas, la Palabra, la oración y el ayuno, y allí está su enemigo, el diablo y sus demonios, no es su esposa o su suegra, no es su esposo o una secretaria coqueta que trata de seducirlo, no es el prestamista que le persigue, no es el traficante que acecha a sus hijos, ni el hombre rencilloso que con leguleyadas quiere aplastarle, no, sus enemigos son espirituales y hay que combatirlos con armas espirituales.


PERDEMOS CUANDO NO PELEAMOS

Cuando el pueblo de Dios pierde es porque no ha combatido y muchas veces ha sido derrotado sin presentar batalla. Hay hombres y mujeres que en lugar de apartarse con Dios y arrodillarse con clamor y ayuno para pelear una guerra espiritual, se dedican a tranzar  con las personas, a aclarar las cosas, a pedir prórrogas a suplicar por una oportunidad y cuando todo eso les falla se resienten con Dios porque ¡no les ha ayudado! 

Muchos han sido vencidos sin haber peleado,  derrotados sin disparar un solo tiro. No han orado, no han ayunado. Nunca han pasado una noche entera de rodillas ente el Señor.  Cuando lo hagan vencerán. Cuando peleen ganarán.


LA REALIDAD DE LA GUERRA EN LA BIBLIA

Y por favor escúcheme otra vez. Esto es una guerra:
Pablo dijo en segunda de Timoteo 2:3: Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
¿Es esto una guerra o no? Aquí veo soldados.

En Efesios 6:12: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
¿Estamos en guerra o no? Aquí veo una descripción de nuestros adversarios.

En primera de Timoteo 6:12:   Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna.
¿Estamos en guerra o no? Aquí veo una batalla que librar.

En Zacarías 10:5: Y serán como valientes que en la batalla pisan al enemigo en el lodo de las calles; y pelearán, porque Jehová estará con ellos…


Amén, si estamos en guerra y Dios está con nosotros; tenemos que pelear y venceremos.  Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos y carros, y un pueblo más grande que tú, no les temas solo pelea.

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