lunes, 31 de agosto de 2015

MÁS SON LOS QUE ESTÁN CON NOSOTROS



2 REYES 6

15. Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?
16. Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.
17. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

1     JUAN 4

4.    Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

Es bastante común que los creyentes pongamos la mirada en nuestros enemigos y en nuestras propias debilidades, antes que en nuestro Dios el cual es nuestra fortaleza.  Recordemos solamente que Moisés, al tratar de iniciar la conquista de Canaán, había enviado doce espías a la tierra prometida y que los diez volvieron desanimados y hablando de los grandes que eran sus moradores y que se sentían como langostas delante de aquellos, solamente Caleb y Josué hablaron bien del gran Dios que tenían y de la victoria que se avecinaba.

Nuestra conducta y reacciones suelen estar motivadas por el temor al adversario y aunque esto es lo normal  en el plano natural, en la vida espiritual es diferente; Dios nos motiva siempre aponer la mirada en Él antes que en el problema, en Él antes que en nuestros adversarios, en Él antes que en nuestras limitaciones.

Eliseo estaba tranquilo en aquella mañana en que sus enemigos lo rodeaban mientras que su criado estaba desesperado; la diferencia entre ambos era a quien estaban mirando; ambos estaban en el mismo lugar, en el mismo aprieta y bajo las mismas circunstancias adversas, pero mientras el criado miraba a los grandes ejércitos enemigos, Eliseo tenía su mirada en el ejército de Dios que lo rodeaba.

Pero, esto ni siquiera era culpa del criado o de su falta de fe, el problema era su visión; él simplemente no veía lo que Dios había hecho porque sus ojos estaban cegados.  El criado no podía ver los carros de fuego que rodeaban a sus enemigos, porque sus ojos estaban cerrados a esa realidad y solamente después de la oración del profeta se le abrieron sus ojos y pudo ver.  La tranquilidad y la paz volvieron a él después de ver lo que el profeta veía, después de recibir la visión de Dios.

En nuestras luchas espirituales las cosas se resuelven por la misericordia de Dios, pero cuando tenemos la visión de Él, entonces no sufrimos tanto ni nos angustiamos, estamos confiados y demostramos al mundo que nuestro Dios es grande.  Nada le iba a pasar al criado de Eliseo, su angustia y preocupación estaban por demás, él iba a ser salvado vea o no vea todo el ejército que Dios había enviado en su ayuda, pero cuando tuvo la visión, cuando al fin vio lo que veía el profeta, tuvo tranquilidad y paz y eso glorifica a Dios, tal como dice la palabra en  2 Crónicas 20:17:  No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros.


Amados hermanos, nosotros venceremos a la final, usted y yo saldremos adelante pero sería mucho mejor que lo hagamos en paz y tranquilidad, pero si no es así, si no tenemos esa paz de Dios gobernando en nuestros corazones, creo que es un tiempo oportuno para decirle al Señor: por favor abre mis ojos para poder ver y entonces entenderemos que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo. 

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